No quiero pecar de melosa ni provocar un brote diabético a quienes pasen a leer esta crónica, pero permitidme que, en ocasiones, deje que
mi corazón sea quien escriba algunas líneas, pues será la única manera que
tendré de transmitir de la forma correcta lo vivido el pasado viernes en la
presentación de “maldita”, de Mercedes Pinto Maldonado.
Inexplicablemente, en
contra de lo que había estado sintiendo en días anteriores, me levanté serena.
Sabía que ese día iba a ser único, y si permitía que me invadiesen los nervios
no lo disfrutaría como tenía que hacerlo.
Se presentaba una jornada intensa; recogidas en el
aeropuerto, encuentros con personas queridas, momentos de mucha emoción tras
conocer a los miembros del club de lectores
-esos sin los que mi día a día ya no sería lo mismo- la acogida en casa
de mis tres invitadas de lujo, que viajaban desde lejos expresamente para
acudir al acto… Un día muy ocupado. Perfecto para que los nervios no tuviesen
cabida.
Madrid fue cómplice de una de las tardes más bonitas de mi
vida. Una ciudad emblemática, plagada de
transeúntes que actuaban haciendo honor al típico comienzo de un fin de semana;
más relajados, dejando que la velocidad propia de esta ciudad fuese
disminuyendo al ritmo de la caída de la tarde,
dando paso a los artistas urbanos y a las bocas de metro serenas y
regalándonos un aire fresco y reconfortante que agradecimos a la vez que
criticamos.
Fnac Callao nos esperaba. Mercedes Pinto, Rafael R. Costa y
una servidora, estábamos listos para mostrar nuestra cara más amable y generosa
con todos los invitados al acto. Sabíamos que vendrían amigos y lectores de la
autora, que estaríamos muy arropados, pero no contábamos con la gran acogida
que tuvimos. Fue algo increíble. En cuestión de segundos la sala se llenó
mientras la entrañable y excepcional violinista, Alexandra Krivoborodov, daba
la bienvenida con los alegres acordes de” Gavotte Roudeau”. El acto comenzó
después del aplauso que arrancó su actuación.
Allí me vi, frente a toda esa gente, haciendo algo que no
había hecho nunca, pero con la plena convicción de, al menos, dar todo de mí
para presentar la novela de mi querida amiga y compañera Mercedes Pinto. Una
novela que me conmovió hasta el punto de obsesionarme. Un libro por el que hace
años me devané los sesos para conseguir que ese día llegara. Una historia que
me confirmó que mi vida no era nada sin literatura y que removió tantas cosas
dentro de mí que, en ese momento, a punto de comenzar a hablar, supe que todo
había merecido la pena.
Gracias, Mercedes, por haberme hecho partícipe de ese
momento tan especial de tu carrera profesional. Hiciste que se cumpliera mi
sueño de lectora, ese que nació hace más de cuatro años cuando leí “maldita”
por primera vez y quedé prendada de Lucía y de ti. Gracias por todo y por
tanto. Gracias.
Tras la mesa, comenzaron a sucederse una serie de imágenes
que lo decían todo. Un vídeo que había visto previamente, pero que agradecí tener
a mi espalda, pues su contenido emotivo y tremendamente sentimental me hubiera
jugado una mala pasada.
Mercedes agradeció a los presentes el esfuerzo por haberse
acercado hasta la calle Preciados 28, muchos de ellos lo hicieron desde lejos,
como Alicia Boza Romero, que vino desde Italia o su hermana María José desde
Huelva. Tuvo palabras de agradecimiento tanto para sus compañeros de profesión,
-entre los que se encontraban la sin par Mercedes Gallego; la encantadora Marta
Querol; la sublime Antonia J. Corrales; la carismática Amelia Noguera; el
sonriente José Luis Palma; el participativo Manuel Navarro; el elegante Julio Castillo;
el carismático Miguel Ángel Moreno y la preciosa Mónica Rouanet- como para
Ediciones B, pero la parte más emotiva llegó cuando se dirigió a su club de
lectores. Parte de ellos se encontraban en la sala,- nuestra lagartija amorosa Eva
Mruiz, que vino desde Sevilla; las ya mencionadas Alicia y María José Boza
Romero, que no se puede ser más bonitas ni tener tanto arte; Carmen Mencar y su
tremendo sentido del humor; la
inigualable Margarita Corzo Taboada; nuestro queridísimo Juan Manuel Fernández; el invisible búho entre libros, al cual no pude ver, pero después supe saber quién era; la cariñosa Solete Curruca y Celia García Muñoz pegada a su preciosa sonrisa- y
tuvo un recuerdo muy cariñoso para todos aquellos que no pudieron asistir pero
que, cada día, están presentes a través de las redes, sin descanso, mostrándole
su apoyo y dándole cariño. En definitiva, haciendo de este club UNA GRAN
FAMILIA.
Rafael R. Costa estuvo increíble. Su discurso fue soberbio,
hablo como solo los grandes saben hacerlo, desde el convencimiento y la
tranquilidad de quien maneja el lenguaje a placer, jugando con la metáfora de
una manera deliciosa. Analizó las artes de Mercedes desde varios puntos de
vista, desnudó a sus personajes y enmarcó su estilo literario. Nuevamente, como
ocurrió con la primera actuación de la violinista, el público quedó prendado
con su intervención, que originó una ovación espontánea entre los asistentes.
No podía ser menos. Gracias, Rafael. Eres un hombre increíble, todo un maestro.
En mi caso, quise contar al personal como nació mi relación
con Mercedes y Lucía, la protagonista de la novela, narrando una historia
basada en una iniciativa bloguera que emprendí para que Lucía comenzase a dar
sus primeros pasos. Aquello me otorgó el título de “madrina” de la pequeña, uno
de los nombramientos de los que estaré más orgullosa el resto de mis días.
Quiero aprovechar desde aquí para agradecer a todos aquellos blogueros que en
su día se unieron a esa iniciativa llamada “lectura conjunta de maldita, de
Mercedes Pinto Maldonado”, porque sin ellos el viaje que en aquel momento
emprendí no hubiera llegado a buen puerto.
Leí un fragmento de “maldita” acompañada al violín por
Alexandra, que toco la magnífica pieza “Meditación de Thais, de Jules
Massenet”, una obra estrechamente relacionada con la novela. Tengo que verlo
desde fuera para saber cómo quedó, pero los asistentes me dijeron que fue muy
bonito.
Tras el consabido turno de preguntas a la autora, el cual
fue bastante interesante, Mercedes, al ritmo de “Air en Re Mayor , de Bach”,
comenzó a firmar ejemplares en un rondo que no acababa nunca. Se creó un
ambiente muy especial, autores y lectores comenzamos a interactuar mientras
Mercedes firmaba y se fotografiaba. Saludos, abrazos, risas… Cómo no mencionar
a mi querida Gema Martin, que regala los abrazos más ricos del mundo, o a María
Alonso, genial lectora y siempre dispuesta a apoyar a los escritores en este
tipo de ceremonias.
Acabada la presentación, un grupo muy especial de personas
nos fuimos a cenar juntos. Fue algo inesperado y que no se preparó. Esas, las
espontáneas, son las cosas que mejor regusto le dejan a una.
No quiero acabar esta crónica sin agradecer de nuevo a todos
y cada uno de los asistentes su participación. Hicieron de esa tarde una velada
inolvidable, creo que la sonrisa de "la señora de las letras" lo dice todo.
Fotografías realizadas por el fotógrafo Tomás Gallego. Excelentes.