¿Por qué si le digo a un lector
de novela policiaca o histórica que a mí ese género no me gusta no pasa nada,
pero si se lo digo a un lector de novela pornográfica se me tira al cuello?
Vaya por delante mi respeto a
todos los autores y lectores, sean cuales sean sus géneros predilectos. Cada
persona es un mundo y busca en la literatura cosas diferentes, pero claro,
¿todos conocen el significado de la palabra literatura? Pues venga, empecemos
de cero y tiremos de los que saben.
Según la RAE, literatura es:
(Del lat. litteratūra).
1. f. Arte
que emplea como medio de expresión una lengua. (Claro, depende de la lengua de la que estemos hablando, pero si es
lengua, de lenguaje, lo entiendo.)
2. f. Conjunto
de las producciones literarias de una nación, de una época o de un género. La
literatura griega. La
literatura del siglo XVI. (Ojo, al hablar de
“griego”, “francés”, etc, siempre se refiere a literatura, tratemos de no
perder el hilo.)
3. f. Conjunto
de obras que versan sobre un arte o una ciencia. Literatura
médica. Literatura jurídica. (Literatura médica, no es jugar a los médicos,
seguimos.)
Atención a estos tres
puntos restantes:
4. f. Conjunto
de conocimientos sobre literatura. Sabe
mucha literatura.
5. f. Tratado
en que se exponen estos conocimientos.
6. f. desus. Teoría
de las composiciones literarias.
¿Realmente quedan claros para
todos? Creo que sí, ¿no? ¿Sabemos qué es un recurso literario? Venga, volvamos
a preguntar a los que saben.
Las figuras literarias son formas no convencionales de
utilizar las palabras, de manera que, aunque se emplean con sus acepciones
habituales, se acompañan de algunas particularidades fónicas, gramaticales o
semánticas, que las alejan de ese uso habitual, por lo que terminan por
resultar especialmente expresivas. Debido a esto, su uso es característico,
aunque en modo alguno exclusivo, de las obras
literarias.
De forma coloquial, reciben también los nombres de recursos literarios, estilísticos, retóricos o expresivos y el de figuras retóricas o del
discurso, etc.
Ahora, ¿qué dice la RAE de la pornografía?
(De pornógrafo).
1. f. Carácter
obsceno de obras literarias o artísticas. (Obsceno
«Impúdico, torpe, ofensivo al pudor», es decir, que “si me perdí en la espesura
de su monte de Venus hasta hacerla enloquecer” solo insinúo, no soy obscena,
pero “si le comí el coño hasta el amanecer”, aunque para algunos suene muy
poético, es una burrada que ningún literato aceptará como propia, por no decir
que eso no hay cuerpo que lo aguante.)
2. f. Obra
literaria o artística de este carácter. (Sí,
queda claro.)
3. f. Tratado
acerca de la prostitución. (Definición
que habla por sí sola.)
¿Y de la
erótica?
(Del lat. erotĭcus, y
este del gr. ἐρωτικός).
1. adj. Perteneciente
o relativo al amor sensual. (Sensual, que
no sexual.)
2. adj. Que
excita el apetito sexual. (Que excita, no
que culmina.)
3. adj. Dicho
de una poesía: amatoria (relativa
al amor.)
4. adj. Dicho
de un poeta: Que cultiva la poesía amatoria.
5. f. Poesía erótica.
(Que pretende ponerte como
una moto pero nunca va a explicarte de forma explícita cómo.)
6. f. Atracción
muy intensa, semejante a la sexual, que se siente hacia el poder, el dinero, la
fama, etc. (Semejante, no igual, y
además, no solo habla de sexo.)
Y
ahora preguntemos a la RAE por lo que nos trae aquí, la novela, que es solo una de las parcelas que encierra la
literatura y a la que me estoy refiriendo en todo momento, ya que literaria
puede ser hasta la etiqueta del champú.
RAE,
usted que todo lo sabe, ¿qué es la novela?
(Del it. novella,
noticia, relato novelesco).
1. f. Obra
literaria en prosa en la que se narra una acción fingida en todo o en parte, y
cuyo fin es causar placer estético a
los lectores con la descripción o pintura de sucesos o lances interesantes, de
caracteres, de pasiones y de costumbres. (Gracias,
querida RAE, lo de “placer estético” no lo he dicho yo.)
2. f. Hechos
interesantes de la vida real que parecen ficción.
3. f. Ficción
o mentira en cualquier materia.
4. f. Der. Cada
una de las leyes nuevas o constituciones imperiales que dieron Teodosio II y
sus inmediatos sucesores después de la publicación del Código teodosiano,
Justiniano después de sus compilaciones legales, y los demás emperadores
bizantinos posteriores al derecho justinianeo.
¿Y
todo esto para qué? Pues para que no disfracemos la pornografía tras el nombre
de literatura erótica. He leído libros de erótica o de otros géneros pero con
escenas de este tipo que me han parecido sublimes. Las escenas, la retórica,
los recursos literarios, los diálogos, la ambientación, los personajes… Todo construido
con tanto gusto que no he necesitado más para disfrutar. Es muy difícil
combinar buenos textos, cuidados y brillantes con la erótica sin resultar
pornográfico, pero se puede. Y ahí está la diferencia entre “atar a mi marido,
amordazarle, ponerle la correa del perro y hacerle que me siga” y “conseguir
que haga mi voluntad a través de mis armas de mujer”.
A ver, que está muy bien que la gente lea lo que quiera, y que
esos libros triunfen y los autores se forren a través de los calentones ajenos,
pero hay que saber diferenciar y, sobre todo, no disfrazar. No me digas que
eres lector porque te has leído las sombras de las narices. Lo que eres es
aficionado a la pornografía y el libro completa o encaja en tu colección sobre
el género.
He leído erótica y estoy convencida de que lo volveré a hacer,
pero jamás me veréis llamar erótica a un texto pornográfico, y mucho menos,
asociarlo con la novela. ¿Son obras literarias el Hola, Semana o Lecturas? ¿Es lo mismo la foto de la tía en bolas
que llevan los camioneros que La maja
desnuda?
Defiendo a los escritores que escriben por derecho, aquellos
cuya vida gira en torno a las letras y que no son capaces de hacer otra cosa,
esos que, tras años y años en la profesión, han asumido que jamás conseguirán
alcanzar la gloria pero no dejan de escribir a diario, obsesionados, abducidos.
Los defiendo porque saben que sus historias son viajes, aventuras, saben que
sus letras emocionan, sobrecogen y, sobre todo, necesitan escribir como el
respirar.
Los que hemos leído a Kafka, García Márquez, Saramago o Nabokov,
no podemos por más que pedir a la literatura un nivel semejante, pues después
de eso nada nos llena o nos termina de gustar.
Insisto, respeto los gustos de cada cual, pero me niego a pensar
que esta generación vaya a ser recordada por la literatura barata de mujeres
encorsetadas con fustas en la mano y hombres con la minga más dura que la pata
de un perro envenenado. ¿Veis? Todos podemos ser vulgares y no por ello
declararnos escritores. Además, que coño, que escritor es el que sabe escribir,
no el que entiende un idioma “esté komo esté ejcrito”. Que esa es otra. Claro,
como es literatura “para adultos”, la ortografía no importa; tú ponme una
portada sugerente, (si en ella se puede ver algún pezoncillo o pelillo púbico,
mejor”), describe muchas escenas de sexo explícito que yo, como lectora que lo
goza mientras te lee, no me voy a preocupar de si la palabra polla se escribe
con “ll” o con “y”. ¡Da igual! Se trata de ponernos como perras leyendo las
fantasías o experiencias sexuales de otros. Luego, nos metemos en la cama y
miramos a nuestro marido con asquete,
pero no pasa nada, mañana le proponemos que nos ate y nos de unos azotes y nos
convertiremos en personajes de novela. ¡Nada más literario! ¿Verdad?
Ahora, después de vomitar mi opinión al respecto de ALGUNAS
novelas de dudosa reputación, vuelvo a la pregunta con la que he abierto el
artículo.
¿Por qué no puedo estar en contra de este género sin que los
lectores del mismo se me echen al cuello?
Yo, cuando abro un libro busco aprender, disfrutar con la
narración, deleitarme con la forma de escribir del autor, quiero encontrarme
con una gran historia bien contada y si además el libro me muestra cosas del
mundo, la historia o el ser humano que desconocía, muchísimo mejor. Si quiero
evadirme, busco una novela más sencilla, si lo que quiero es algo que sobrepase
lo romántico y se meta en lo carnal, me leo una erótica y si lo que me pasa es
que estoy más caliente que el palo de un churrero, lo resuelvo en casa con
quien lo tengo que resolver o conmigo misma, lo mismo me da, pero no prostituyo
de mala manera una profesión tan respetable como cualquier otra. Porque si
cuando voy a por el pan el panadero me recibe con la churra en la mano, ese tío
es un cerdo que insulta a la profesión, o si cuando voy a la peluquería la
peluquera lleva una teta fuera, es otra cerda que no respeta el gremio.
Follar sé, gracias. La anatomía femenina la conozco, la
masculina también, disfruto con mis propias fantasías o prácticas sexuales, no
con las de otros, y si en algún momento vuelvo a leer erótica, que lo haré,
será porque me apetezca y no tendré que dar explicaciones, y si me gusta el
libro lo diré y si no me gusta también. Pero jamás asociaré la pornografía con
literatura por mucho que otros se empeñen, pues la literatura, señores, se
merece todos mis respetos.
De nuevo, quiero dejar claro que no hablo de todas las novelas
del género, pero sí de las que últimamente son escritas como churros por
personas que solo buscan fines lucrativos, que publican una novela cada tres
meses, que no aman la profesión sino que buscan el camino fácil, porque
escribir sabemos todos y que, además, son respaldadas por un sequito de
seguidores que darían su imperio por convertir esas novelas en realidad pero
que no lo lograrán en su vida.
He sabido que en un hilo de facebook, tras una entrevista a una
autora de los pies a la cabeza que declaraba que la novela pornográfica
pertenecía a otro nivel intelectual, los lectores de la misma se han vuelto
locos diciendo que esta autora los estaba llamando tontos. Por ahí sí que no
paso. He escuchado la entrevista enterita y no es así. Nadie les ha llamado
tontos. Solo se ha descrito el perfil de ese tipo de lectores, el cual no ha
inventado la autora, sino que es pura estadística. Ella ha dicho que los
consumidores de este tipo de literatura son gente que no busca en las letras
nada más allá del puro entretenimiento, sea del tipo que sea. Estoy totalmente
de acuerdo con ella. Igual que hay escritores y escritores, hay lectores y
lectores. La entrevistada en cuestión fue Mercedes Pinto, y al leer este
artículo que le he mostrado previamente, ha accedido a responder un par de
preguntas cuyas respuestas considero más que aclaratorias para los
participantes del hilo mencionado y todo aquel que aun tenga alguna duda.
Gracias, Mercedes, por no correr un tupido velo y desentenderte
de la polémica, creo que es necesario que te manifiestes y que tus creencias e
ideales al respecto queden claros.
¿Tienes algo en contra de la
literatura romántica, erótica o pornográfica?
En absoluto. Es más, cuando a una
novela, independientemente de su género, le falta una historia romántica de
fondo con al menos una pizca de sensualidad… no sé, es como que la encuentro
irreal; allá donde hay personajes que interactúan, necesariamente hay romances
y erotismo, el ser humano es así por naturaleza, lo contrario no es creíble.
Con respecto a la pornográfica, tampoco tengo nada en contra, tanto es así que
también la considero parte de nuestro instinto más básico, todos somos en mayor
o menor medida pornográficos, de la misma manera que no podría estar en contra
de defecar, no sé de ninguna persona que no lo haga; eso sí, no encuentro la
belleza en describir al detalle este tipo de actos tan elementales. Para mí han
de estar justificados y hay que tener la destreza de convertirlos en arte,
porque novelar es un arte.
¿Qué les dirías a los que se
dieron por aludidos cuando tachaste de más básicos a los lectores de literatura
pornográfica, que no erótica?
Que me reitero, los considero más
básicos emocionalmente, que no culturalmente. Aquí hubo una grave confusión que
me gustaría aclarar con un ejemplo muy sencillo: en mi círculo más cercano hay
personas que apenas saben escribir y tienen una sensibilidad más exquisita que
otras con estudios superiores. De ninguna manera pienso que un jardinero es más
básico que un ingeniero, es absurdo, y aquellos que han leído mis obras lo
saben sobradamente. De manera que interpretaron muy mal mi mensaje. Esto me
dolió especialmente y me confirmó que sí, hay personas que se esfuerzan poco en
comprender independientemente de su nivel académico. Como he dejado claro en el
punto anterior, para mí la erótica o la romántica es una literatura distinta a
la pornográfica, y sigo pensando que los lectores de este último género son
menos exigentes, sensibles e imaginativos, o al menos cuando eligen un texto
pornográfico están supeditando su lado más humano por el más animal. Existe el
sexo sin afecto alguno por el otro, claro, pero es un mero acto, igual para
todas las especies, lo que lo eleva es nuestra forma de vivirlo, sentirlo y
explicarlo. Necesitar que alguien te cuente una y otra vez las diferentes
maneras de copular con palabras soeces y repetitivas no me parece propio de un
lector que busca en la literatura el arte, la emoción y la reflexión. Sí, la
búsqueda del sexo por el sexo es mucho más básica que aquella que nos lleva a comprender nuestro mundo a través de la belleza
o el amor en cualquiera de sus formas.
Y para dejar claro que no tienes
tabúes, cuéntame ¿qué harás esta noche?
Mmm… Pues verás, tengo un caldo
carmín esperando hace días a ser descorchado por alguien paciente, porque debe
hacerse con mimo, no sea que se agiten los posos y enturbie el cristalino
fruto. Desconectaré el ordenador, el móvil, el día a día y todos los sueños y
anhelos, hoy quiero volver una vez más al paraíso, ese en el que los besos se
hacen sangre y la sangre fuego. Me seduce refugiarme en mi esencia más animal,
pero ese tránsito que lleva al núcleo quiero hacerlo despacio, con música, una
copa de vino, un camino de mariposas, velas que apagaran los suspiros… y la
mejor compañía. Hoy quiero caer en su trampa una vez más y decirle tras el
último gemido que no me importaría morir en ese instante.
¿A que os habéis quedado con
ganas de saber cómo terminó la noche de Mercedes? Pues bienvenidos a la erótica
con clase y talento. Como veréis en la ilustración de este artículo, hasta un
pimiento puede ser erótico y sensual, solo hay que trabajárselo un poquito.
Y para finalizar el artículo sin
que nadie se lleve a equívocos, quiero decir que todas las opiniones mostradas
en el mismo, a excepción de las respuestas que ha dado Mercedes, son mías y
solo mías. Vamos, que los que tengáis las piedras en la mano preparadas para el
disparo me las lanzáis a mí, pero apuntad bien, soy grande como búfalo pero
ágil como una gacela.