martes, 25 de marzo de 2014
¿Solo lo veo yo?
No estoy acostumbrada a morderme la lengua y desde que me conviene practicar este hábito, noto que mi inteligencia se está volviendo mucho más sensible y vulnerable a los ataques externos. Me explico.
Antes podía leer cualquier cosa cuyo contenido fuese horrendo y decir: "este texto es malísimo por tal o cual motivo". Me quedaba tan a gusto y daba mi más sincera opinión. Curiosamente, siempre habían otras voces que me secundaban, dando la sensación de alegrarse de que otro hubiera sido la voz cantante para unirse al coro sin que su voz destacara mucho.
Ahora la cosa es distinta; debo ser comedida y tener mucho cuidado con las opiniones que vierto sobre los libros de otros escritores pues, hoy en día, todos estamos conectados y, desgraciadamente, no todos sabemos encajar las críticas.
Corro el riesgo, no solo de ganarme la enemistad del autor, si no la de todos sus lectores y amigos, personas que a través de sus medios sociales pueden hundir mi carrera mucho antes del pistoletazo de salida.
Lo peor de todo es que me consta que esta especie de aprensión se está contagiando entre los lectores y reseñadores aficionados, que por amistad, simpatía o compromiso con el autor no son sinceros a la hora de calificar su obra.
No sé si somos conscientes de ello, pero esto está haciendo mucho daño a la literatura contemporánea. Muchísimo.
Primero, porque los sótanos de las plataformas digitales están repletos de escritores auto-editados con obras maestras que no podrán mostrar al mundo, y por ende, a las editoriales (que hoy en día solo pasean por el top 100 para ver qué cazan) los portentosos trabajos en los que han puesto esfuerzo y pasión a partes iguales, y segundo, porque si seguimos laureando obras que sabemos no tienen mérito alguno y encumbramos a sus autores, convertiremos la literatura española, y perdonadme la expresión, en "el coño la Bernarda".
Y yo, queridos míos, me niego a formar parte de tamaña recesión cuando siento el tremendo orgullo patriótico de ser fruto de la tierra que vio nacer a Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina, Quevedo, Miguel Delibes o Muñoz Molina.
Estoy a favor del progreso y de que nuestras historias se adapten a los tiempos que vivimos, pero una cosa es "adaptar" y otra "simplificar".
Y todos los géneros literarios, TODOS, tienen cabida en nuestros tiempos. ¿O acaso la novela histórica, por hablar de tiempos pasados ya no está de moda? No, como ahora se lleva lo chick... Solo pregunto, ¿eh?
Y voy a terminar esta entrada repitiéndome en algo que me parece muy crudo. Que sea el lector el que tenga que andar con cuidado a la hora de emitir su valoración por miedo a las represalias (y sé porqué lo digo) y no el autor el que sienta respeto ante la opinión de sus lectores me parece A-CO-JO-NAN-TE.
Por favor, amigos, leed mucho, de todo, opinad y sed libres.
Devolvamos su camino a la literatura.
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