Por fin, después de mucho tiempo haciéndome de rogar, he
comenzado la saga Candela Luque, de Mercedes Gallego Moro.
La novela policiaca no es de mis favoritas, aunque de un
tiempo a esta parte le estoy cogiendo el gusto, y si me lo ponen tan fácil como
en esta ocasión, no os extrañe que acabe siendo una experta en la materia.
Me estrené con la autora con El asesino del ajedrez, una
novela que me cautivó de principio a fin, ya que la protagonista, Ramona Cano,
me fascinó. Cuando publiqué mi crítica todo el mundo me instaba a leer
Operación maletín y los sucesivos, y ya sabéis que cuando el río suena... He tardado porque, como os pasará a todos, mi lista de
libros pendientes es interminable, pero estoy convencida que no tardaré tanto
en leer la segunda parte de la saga, Matar al mensajero. He leído por ahí que
es incluso mejor que la novela que hoy os traigo, y eso lo tengo que ver yo.
SINOPSIS
Una mujer aparece muerta en un céntrico hotel de Barcelona.
El caso recae en el jefe del grupo de Homicidios que recurre a la recién
llegada Candela Luque, agente del Grupo Experimental de Policía, para llevar a
cabo la investigación. La joven pertenecía a un grupo de ventas, que
proliferaban en la época, pero la aparición de unos brillantes y la huida de
los jefes, junto a la desaparición de las restantes compañeras de la víctima,
complica los hechos. Candela viaja a la isla de Tenerife buscando
respuestas porque la joven asesinada era de allí. Encontrará tráfico de drogas,
corrupción policial, pero no al asesino que a punto está de acabar también con
ella.
OPINIÓN PERSONAL
Comencé la lectura de esta novela hace tiempo, y como me ha
sucedido decenas de veces, tras las primeras páginas, ya fuese por unas razones
u otras, la aparqué. Llegué a plantearme si la historia era de mi agrado, pues
cuando abandonas un libro siempre es por algo. Pero al retomar la lectura me di
cuenta que simplemente, el momento que elegí entonces para comenzar su lectura
no era el correcto, porque ha sido retomar la historia y bebérmela de un trago.
Hay varios ingredientes que hacen que esta lectura sea
fácil, de las que cuando te quieres dar cuenta, estás en las últimas páginas y
te descubres a ti misma con la tensión propia de ser tú quien está a punto de
resolver el crimen. Que un libro te genere ese ansia lectora es muy buena
señal.
Candela Luque es la primera mujer que entra en el Grupo
Experimental de Policía en la Barcelona de la Transición y lo que ello
conlleva. Sus objetivos son claros; ella no quiere abandonar sus estudios de
derecho, pero eso no impedirá que se implique a más no poder en el primer caso
que le ha sido asignado y se revuelva ante las injusticias e ilegalidades que
encuentra dentro del Cuerpo de Policía.
Por causas que se desarrollan en la novela, Candela queda
fuera del caso, pero solo oficialmente. Ella no va a parar hasta que lo
resuelva. El asesinato de esa chica en el hotel de Barcelona y las
irregularidades que encuentra a su alrededor, se convierten para ella en algo
personal. Y hasta aquí voy a contar sobre la trama.
Referente a mis sensaciones como lectora, diré que lo que
más me ha gustado de la novela han sido los personajes y sus diálogos. La
autora consigue que los conozcamos a través de las conversaciones y no con
tediosas descripciones, cosa que agradezco porque a mí los detalles
descriptivos me agotan sobremanera (pronto publicaré una reseña con un claro
ejemplo). Mediante los diálogos podemos conocer claramente a cada personaje,
vislumbrar sus intenciones, hacernos una idea de cómo debe ser su vida… Por
ejemplo, en el caso de la protagonista, he descubierto un humor ácido que me
encanta; eso es algo que difícilmente se hubiera conseguido sin hacerla
interactuar y está logrado con mucho éxito.
Las localizaciones geográficas me han sorprendido. No estoy
acostumbrada a situar tramas policiacas en territorio español, parece ser que
todo lo americano produce más impacto. A ojos del lector no es lo mismo leer: «Peter
Smith, de homicidios» que «Paco Pérez». No sé si me explico. Pues en este caso,
esa apreciación pasa a un segundo plano, pues desde el principio te mentes en
la historia y no das importancia a esos detalles que tanto empaque dan. Imagino
que esto es una soberana tontería, pero si me encuentro reflexionando sobre
ello será porque me ha llamado la atención.
Volviendo a los escenarios, tengo que decir que parte de la
estancia de Candela en Tenerife me ha sobrado, yo hubiera ido más al grano, sin
tanta salida y entrada y sin nombrar tantas calles y lugares, puesto que los
que no conocemos la zona nos encontramos con un batiburrillo de nombres que no
logramos situar. Más allá de esta apreciación, el nudo de la novela es
delicioso.
Y analizando un poco el estilo de la autora, solo puedo
preguntarme por qué no hay más escritores como ella en este país. Mercedes
Gallego demuestra que escribir novela policiaca no es solo una americanada, que
lo importante es una trama lograda y no el ensañamiento en las descripciones de
los crímenes, (que en ocasiones rozan lo gore), o las tediosas y repetitivas historias
de amor o impactantes escenas de sexo. Y ahora me pongo en pie y aplaudo,
porque no me digáis que no tiene mérito que la protagonista de una novela
policiaca sea mujer, en los 70, España (y el machismo de la época), pertenezca
al Grupo Experimental de Policía en el que solo se rodea de hombres y que en la
novela no haya ninguna historia de amor ni escenas de sexo. Es que me parto las
palmas aplaudiendo, vamos.
En definitiva, estamos ante una novela que estoy segura que
puede ser del gusto de cualquier lector, sea o no simpatizante del género,
puesto que esta historia no es de continente sino de contenido.
Pero vamos, que no recomiendo solo esta novela, lo que os
propongo es que descubráis a la autora con cualquiera de sus obras. Yo no las
he leído todas, pero sé que su sello permanece intacto en cada una de ellas, y
es algo que os aseguro, no habéis visto nunca y os sorprenderá muy gratamente.