lunes, 16 de noviembre de 2015

Por enésima vez

Por primera vez en mucho tiempo me levanté con la mejor de mis sonrisas. Sin forzarla. Me esperaba un gran día. Todo lo que iba a acontecer me predisponía a ponerme mis mejores galas, resaltar mis facciones con algo de maquillaje y salir de casa pisando fuerte. Compré el periódico en un kiosco cercano a la parada de metro y me lancé al suburbano. Me esperaban dos horas de viaje y quería mantener mi mente ocupada para que no se me notasen los nervios en la cara.

Llegada a mi destino me encontré con caras que comenzaban a resultarme familiares, eso me gustaba. Un pitillo antes de adentrarme en ese gigante de cristales, me ayudó a serenarme. Venga, al toro.

Comencé a recibir comentarios alabando mi apariencia, los días anteriores quizá fui más recatada, menos colorida... Pasé más desapercibida. Pero ese día era diferente; ya había firmado el contrato y me disponía a ocupar mi privilegiado lugar en la redacción. No me preguntes por qué, pero pensé en todas esas entrevistas de trabajo en las que, sin decírmelo, me largaban por mi apariencia física; mi sobrepeso.

Esta vez era distinto. Lo único importante eran mis conocimientos, que tras tres entrevistas y dos semanas de prueba, habían convencido a todos mis superiores. De hecho, noté que, incluso, despertaron algo de admiración entre mis nuevos compañeros. 

Encendí el ordenador, busqué en mi cuaderno las claves de acceso y me dispuse a trabajar. El dosier que me encontré en la mesa me llamaba a gritos: "Sí, sé que soy un tochazo, pero estás deseando meterme mano", me decía. Y a ello fui sin abandonar mi radiante sonrisa.

"Chicos, el director ejecutivo de la empresa quiere reunirse con vosotros, quiere conocer a las nuevas incorporaciones, seguidme". La voz del supervisor me sonó amistosa, quizá el hecho de que nos comunicara que el jefe supremo quería conocernos me hizo verle más simpático. No en todas las empresas los jefazos quieren mezclarse con los curritos. "Esto mola mucho", pensé.

Entramos en una sala llena de plantas y cuadros abstractos, tomamos asiento y esperamos al enigmático señor.

Apareció un hombre trajeado, calvo y un poco sudoroso, entendí que venía con prisa, fatigado. Se presentó, pidió que hiciéramos lo mismo y, tras varias preguntas sin relevancia, dio por terminada. La reunión. Sin más, volvimos al curro.

Diez minutos después, el supervisor me llama a su despacho.
"Ana, siento darte esta noticia pero tienes que marcharte. El director ejecutivo considera que tu imagen no es la adecuada para pertenecer al grupo. Como sabes, tu puesto implica recibir visitas de clientes y asociados, y... bueno, ha sido su decisión".

Nuevamente, mi sobrepeso me cierra una puerta. Y cada vez tengo más claro que no quiero cambiar.

10 comentarios:

  1. Amarga realidad relatas Cita, la puñetera imagen lo dicta todo. Es muy triste que la sociedad actual esté tan marcada por lo banal y superficial.
    Un abrazo

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  2. Viendo como funciona este mundo, tal vez no debería, pero me sigo quedando perpleja con este tipo de acciones. Decir que quienes actuan así son unos impresentables es poco... Ellos sí que no estàn preparados para recibir ni tratar con nadie. Son ellos quienes tienen que cambiar, no tú.

    Un abrazo de los que abrigan el alma. ❤

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  3. Espero que no sea una historia real. Me joroba que se juzgue a la gente por su físico en vez de por sus capacidades ( al menos que sea modelo). Por lo demás, un relato muy bien escrito, Cita. Un besazo.

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  4. Si ya has demostrado que vales para el puesto... Este mundo no lo entiendo. Tanta imagen para qué? Espero que pronto encuentres ese trabajo en el que te valoren como mereces.
    Besotes y ánimo!

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  5. Todo lo que diga sonará hueco para expresar lo que siento. Cita, somos muchos los que admiramis cada uno de tus gramos y esa privilegiada cabeza que corona tu cuerpo. Ya sé que esto ni te sirve ni te da de comer, pero al menos te demostrará que no estás sola. Un beso, amiga.

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  6. No puedo opinar sobre esto y ser "politicamente correcta" a la vez..... Solo te puedo decir que me encanta como escribes y que te quiero lo que no esta escrito, ea!!!!

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  7. Podría decirte muchas cosas,pero me quedo en mandarte un gran abrazo y todo mi apoyo.

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  8. Muy buen relato. Escalofriante sabiendo que puede ser real. Un beso.

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  9. Hola corazón, estoy indignada, como todas las amigas del Club . A quién hay que matar?, supongo que a ese ser abyecto y despreciable, a ese cerdo calvo y sudoroso que se erige en modelo de estética. A ese cobarde que no tiene hombría para decirle a una mujer que no la quiere como profesional porque no es una mujer florero...Plantéatelo así : es mejor morir de pie que vivir de rodillas, tener como superior a un ser tan indigno acabaría con tu propia dignidad. Cuando se cierra una puerta se abre una ventana. Eres joven y guapa, inteligente y preparada, encontrarás algo mejor, SEGURO !!. Y no olvides lo más importante, yo casi no te conozco, solo te vi una vez en la cena de Bianca Mossi, pero no puedes imaginarte lo querida y admirada que eres, por algo será, no crees?. Un abrazo grande y todo mi apoyo.

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  10. La vida no es justa y algunas personas aún la hacen más dificil. ¿El ser calvo no le impide hacer su trabajo bien?, será que este hombre solo juzga las aperiencias.

    Un abrazo amiga, siento que te hayan hecho daño.

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Gracias por tus comentarios y opiniones, para todos tendré respuesta.