Con amor a mi princesa

Buenos días, acurrucados!

Como sabéis, estoy algo ausente. Intento estar pendiente de las reseñas que vais publicando de maldita, ya que como anfitriona es lo menos que debo hacer, pero dedicarle tiempo al blog como para poder visitaros como dios manda, me resulta imposible. Como ya lo hice hace unos días, os pido paciencia y a la vez os doy las gracias por, a pesar de todo, seguir ahí.

Estos días que estoy pasando están siendo crudísimos; por un lado mis problemillas de salud que no acaban de solucionar y por otro, el trabajo. Como sabéis (y si no lo sabéis os enteráis ahora) trabajo en una agencia de viajes, en esta época del año podéis imaginar lo que eso significa. Trabajo, trabajo y más trabajo. ¡¡¡Horrible!!!

Pero lo que hoy me trae por aquí es algo totalmente distinto y que me llena de alegría. Ésto se sale totalmente de la temática del blog, con la que soy bastante estricta, pero es una entrada que si dios quiere, publicaré cada año, pues resulta que el día 22 de Junio, desde hace tres años, es el día más feliz de mi vida. Es el cumpleaños de mi princesa.


Os presento a Carla, mi sobrina, una niña deseadísima no sólo por sus padres, sino por toda la familia.
No voy a entrar en detalles porque no quiero aburrir a nadie, además, me cuesta bastante abrirme para tratar este tema. Pero Carla nació para salvarme la vida. Vino al mundo en un momento crítico para mi y gracias a su olor y a su piel de seda, aquí estoy.

Pues bien, el mes pasado gané unos cuentos en un sorteo que organizó Bichin en su blog el baúl de las letras. Cuando vi los cuentos en el sorteo me apunté de cabeza, pues me parecían un regalo precioso para mi niña, y un golpe de suerte hizo que fueran para mi. La sonrisa de mi princesa con sus cuentos nuevos lo dice todo.

(Muchas gracias, Bichín)

A parte de los cuentos, y debido a la crisis, decidí hacerle otros dos regalos hechos por mí. Como todos sabéis, me encanta trastear con el fieltro, y se me ocurrió que podría hacerle una alfombra de juegos con sus personajes de dibujos favoritos, y este fue el resultado. He de decir que mi chico, un santo, me ayudó muchísimo.

(Le gustó muchísimo)

Y como en todo cumpleaños, no podía faltar la tarta, así que me encargue personalmente de que mi niña tuviera el pastel más bonito del mundo.

(Riquísimo)

Hicimos una fiesta divertidísima, en la que Carla disfrutó a lo grande con su familia y sus regalos y como siempre hace, a pesar de sus 3 años de vida, me colmó de sus cariños y sus atenciones, como si la niña fuera yo y no ella. Y es que Carla sabe más de lo que nos creemos que sabe y se dedica, a conciencia, a hacerme sonreir.

Por eso, y porque no encontré forma más carnal de llevarla siempre conmigo, Carla lleva 3 años grabada en mi piel.

(Protegida por mis hermanos, T. y L.)

Te amo, princesa.